viernes, 19 de febrero de 2010

La casa de las tres rosas blancas


Junto a la plaza de la Ciudad Vieja se sitúa una de menor tamaño conocida como la Plaza Pequeña, donde se ubica la fuente gótica. En esta placita encontramos un edificio conocido como "las tres rosas blancas". Se trata de U Rotta, la ferretería que allí existió anteriormente. La fachada se distingue por las pinturas de Mikolas Ales, y hoy en día se ubica el popular Hard Rock Cafe de Praga. En estas pinturas de la fachada, en la parte más superior, se pueden ver tres rosas blancas en recuerdo a la leyenda que da su nombre al edificio.


Se cuenta que en esta casa vivían en tiempos remotos tres jóvenes hermanas muy bellas, como tres rosas blancas, cuyos padres fallecieron y les dejaron en herencia una fortuna muy considerable. Pero esta riqueza volvió estúpidas a las muchachas, quienes comenzaron a gastárselo todo en vestidos y joyas, y se pasaban el día frente al espejo y hablando de novios y bodas. Su sueño común era encontrar un apuesto joven noble que las tomara como esposas y las llevara a vivir a su palacio en algún país lejano.


Y resultó que cierto día apareció el deseado muchacho y pretendió a la hermana mayor, llevándola consigo y prometiéndole una vida de lujos y riquezas. Pasó el tiempo y un nuevo joven vino a Praga y se llevó como prometida a la segunda hermana, con la misma promesa de una vida lujosa. Y finalmente, algún tiempo después, un tercer muchacho rico vino a enamorar a la hermana tercera, llevándosela consigo a su país extranjero. Así quedó deshabitada la casa de las tres rosas blancas, y durante mucho tiempo nadie en la ciudad de Praga supo del paradero ni de las vidas de las tres hermanas.


Un día llegó a la ciudad un oficial que había oído hablar de estas tres muchachas, y contó a la gente del pueblo lo que sabía: resultó que los tres jóvenes y ricos nobles no eran si no la misma persona que se disfrazaba cada vez que venía a buscar a una de las hermanas, engañándolas con sus falsas historias de palacios y jardines y robándoles todo lo que tenían una vez se las hubo llevado lejos de Praga. Las muchachas quedaron sumidas en la miseria, y con el tiempo enfermaron y finalmente murieron.


En la próxima leyenda conoceremos lo que se cuenta sobre el jinete sin cabeza... ¡Hasta entonces!

miércoles, 3 de febrero de 2010

El turco de Ungelt


En el patio de la iglesia del Týn, junto a la plaza de Ciudad Vieja, podemos ver multitud de terrazas de los bares anexos, además de alguna que otra tienda de souvenirs. Pero no siempre tuvo este patio la misma función. Antiguamente era conocido por ser el lugar de reunión de los mercaderes turcos, que vendían sus mercancías en tenderetes, además de reunirse en sus tabernas. El patio (conocido también como patio de Ungelt) funcionaba además como la aduana real.

La leyenda cuenta que uno de los taberneros de este patio tenía una hija bellísima, inalcanzable para cualquier pretendiente. Decían de ella que tenía un corazón de piedra. Esto cambió cierto día que llegaron unos mercaderes turcos a comerciar en el patio de Ungelt. Uno de ellos era un joven del cual la bella muchacha quedó prendada, y entre ellos surgió una secreta historia de amor. Pero pasado el tiempo de mercaderías, los turcos tuvieron que dejar la ciudad y seguir su camino. El joven le prometió a la muchacha que volvería, y ella le prometió esperar.

Pero resultó que se sucedieron varios años durante los cuales la muchacha se sintió cada vez más triste y deprimida, perdiendo la esperanza que tenía de la vuelta de su amado. Un joven del pueblo la cortejaba, le enviaba flores y poemas, y seguía intentando conseguir su amor a pesar de los continuos rechazos de la muchacha. Pero llegó el día en el que pasó lo que tenía que pasar: la bella joven se aburrió de tanto esperar y decidió finalmente casarse con el muchacho que la cortejaba.

La casualidad y el destino quiso que el turco volviera a Ungelt el mismo día de la boda de su amada, y cuando descubrió la historia se sintió muy triste y enfadado. Envió una nota a la joven para poder verla esa noche, y ella decidió acudir a pesar de haberse casado. Esa fue la última vez que su familia la vio con vida, ya que el turco decidió vengarse de la traición y asesinó a la joven.

Con los años encontraron la cabeza de la muchacha entre unos leños y pudieron darle sepultura. Como su amor era secreto, nadie conocía la identidad del asesino, pero los remordimientos pudieron con él y finalmente se suicidó por su terrible crimen. Algunas gentes del lugar cuentan que algunas noches de verano, el fantasma turco de Ungelt se pasea por el lugar arrastrando del largo pelo rubio la cabeza de su amada decapitada.

En nuestra próxima leyenda conoceremos por qué se llama así a la Casa de las Tres Rosas Blancas. ¡Hasta entonces!